I don’t know why you’re mean to me When I call on the telephone And I don’t know what you mean to me But I want to turn you on, turn you up, figure you out I wanna take you on
These words, «You will be mine» These words, «You will be mine» All the time
The fool might be my middle name But I’d be foolish not to say I’m going to make whatever it takes Bring you up, call you down, sign your name, secret love Make it rhyme, take you in, and make you mine
These words, «You will be mine» These words, «You will be mine» All the time, oh
I tripped and fell And did I fall What I want to feel I want to feel it now
Now with love come strange currencies And here is my appeal
I need a chance, a second chance, a third chance, a fourth chance A word, a signal, a nod, a little breath Just to fool myself, to catch myself To make it real, real
These words, «You will be mine» These words, «You will be mine» All the time, oh
These words, «You will be mine» These words, they haunt me, hunt me down Catch in my throat, make me pray Say love’s confined, oh
Seguro que has oído alguna vez que se ha usado la «prueba del carbono-14» (C-14) para determinar la antigüedad de alguna muestra biológica, como restos humanos, una pieza de madera o incluso fibras de tejido (como la «sábana santa» de Turín).
El método funciona perfectamente para restos de hace 20 mil años, pero no para los de hace sólo 50 o 60 años. ¿Te imaginas por qué?
Explicación corta
Tan corta, que con una sola imagen de la estupidez humana basta:
Explicación larga
Como seguro sabrás, un mismo elemento químico viene en la Naturaleza en distintos «sabores», con la particularidad de que todos ellos parecen idénticos, reaccionan con las mismas sustancias, etc. Solamente se diferencian entre sí, muy ligeramente, en sus masas atómicas. Son los isótopos de un elemento.
El aire que expulsas al respirar está lleno de dióxido de carbono (CO2), proveniente de la «quema» (reacción con oxígeno, O2) de moléculas ricas en carbono (C) que el cuerpo utiliza para sacar la energía que nos mantiene vivos. Ese carbono, en forma de glucosa o de hidratos de carbono, viene a su vez de lo que comemos que, en última instancia, se origina en las plantas que lo capturan del aire al realizar la fotosíntesis.
Por lo tanto, con cada respiración estás cerrando un largo ciclo, devolviendo a la atmósfera el carbonofijado por plantas dios sabe dónde hace semanas o meses. Lo mismo, pero a escalas industriales y remontándonos al carbono fijado hace millones de años es lo que ocurre al quemar carbón o petróleo.
Lo curioso de este ciclo es que no importa qué isótopos del elemento carbono formen parte de él: ni las plantas ni tu cuerpo discrimina entre ellos, ya que todos le parecen iguales. ¡Recuerda que los isótopos son todos químicamente idénticos!
Por tanto, cabe esperar que el carbono fijado por las plantas contenga, de media (pero de forma muy precisa), la misma proporción de isótopos que el aire de la atmósfera. De los tres isótopos que se encuentran en la naturaleza, el C-12 y el C-13 son estables y representan el 99% del carbono en la Tierra. El 1% restante es radiactivo y, como adivinarás, es el famoso C-14.
Durante la vida de las plantas y animales, estamos continuamente intercambiando carbono con el entorno, por lo que lo normal es que mantengamos un porcentaje de C-14 aproximadamente constante en relación al resto de isótopos, e igual al porcentaje de equilibrio que existe en la Tierra.
Pero al morir, el intercambio cesa y solamente queda la desintegración radiactiva de tipo decaimiento beta por la que el C-14 se convierte, por arte de magia, en nitrógeno.
El proceso de desintegración esaleatorio, pero sigue un patrón perfectamente conocido. Así que si medimos el porcentaje de C-14 que queda en una muestra y conocemos la concentración inicial (la de la última atmósfera que respiró el ser vivo antes de morir) es cuestión de matemáticas despejar el tiempo de la ecuación y voilà, ¡hemos averiguado los años que lleva muerta nuestra muestra!
La pega está, claro, en saber cómo era la atmósfera de tiempos pasados. Los científicos creen que, exceptuando variaciones menores debidos a cambios en el sol y en el clima, el porcentaje de C-14 se ha mantenido bastante estable durante decenas de miles de años… hasta la década de 1950, época en que comenzó la estúpida carrera por ver qué país explotaba la bomba nuclear más gorda en nuestra propia atmósfera.
Con cada detonación se liberaron al aire numerosos isótopos radiactivos, muchos de corta vida, y otros como el C-14, de no tan corta (~5700 años de vida media). Durante unos años, la concentración en el hemisferio norte casi llegó a duplicarse.
Lo peor, a efectos de datación mediante C-14 es la gran incertidumbresobre cuáles fueron los niveles medios del isótopo en cada lugar del planeta durante la segunda mitad del siglo XX, ya que un valor casi constante durante milenios de pronto estaba pegando brincos por semanas. Y sin un valor inicial fiable, la concentración medida en una muestra bajo estudio no nos dice absolutamente nada.
¿Cuándo dirías que se firmó el primer tratado internacional de prohibición de ensayos nucleares? Fue en 1963, así que imagina hasta dónde podría haber llegado la concentración de isótopos de haber continuado la loca carrera nuclear.
Extras (solo para quisquillosos)
Extra 1: Para los que quieran saber un poco más sobre los métodos para medir cuánto C-14 hay en una muestra, podéis ver esta página donde resume el método «barato» de extracción del carbono por medios químicos. Existe una alternativa, mucho más cara pero más precisa y que permite trabajar con muestras de miligramos, basada en espectroscopia de masas con la luz de un acelerador de partículas.
Extra 2: Quizás te hayas percatado de un punto importante que me he saltado arriba: ¿si el C-14 es inestable, cómo puede existir unequilibrio en la atmósfera? ¿No debería existir alguna fuente de C-14?
Efectivamente, esa fuente natural de C-14 existe y se debe a las reacciones (nucleares) que tienen lugar en las capas altas de la atmósfera. Los rayos cósmicos generan reacciones en cadena al chocar con los núcleos de las moléculas del aire, y algunos de los neutrones que salen despedidos a toda velocidad chocan con núcleos de nitrógeno y se transforman (¡magia de la física!) en carbono, del tipo C-14.
Extra 3: Realmente, no es imposible datar una muestra posterior al año 1950 por medio del C-14. Pero además del problema de obtener valores de referencia precisos existe una complicación añadida: para un extenso rango de valores de concentraciones existen dos o más «picos de probabilidad»(distribución de probabilidad multimodal) sobre potenciales dataciones.
Como se ve en la gráfica, para un valor medido (una línea horizontal) se cortaría a la gráfica de concentraciones en más de un punto, como el ejemplo que no podríamos saber si data de ~1963 o de ~1985:
Extra 4: Otra complicación más para dataciones recientes proviene de la quema de combustibles fósiles, que están liberando a la atmósfera isótopos C-14 que llevaban encerrados bajo tierra millones de años.
1 cucharada sopera de aceite de oliva virgen extra
1 cucharada sopera de vinagre de arroz
85 g agua tibia
Para la carrillera:
4 carrilleras de cerdo
1 diente de ajo
1 zanahoria
1 cebolla
1 hoja de laurel
1 rama de tomillo
1 rama de romero
100 g vino tinto
50 g vino de oporto
Agua o caldo de pollo
Pimienta negra en grano
Sal
Pimienta
Aceite de oliva virgen extra
30 g mantequilla
PREPARACIÓN DE LA RECETA
Para preparar los panes bao, lo primero que tendremos que hacer será diluir la levadura en el agua tibia, a unos 30ºC, y seguidamente hacer un volcán con la harina.
En el interior, añadir el aceite, el vinagre, la sal, el azúcar y el agua con la levadura, y amasa todo hasta conseguir una masa homogénea.
Deja fermentar durante 30minutos a una temperatura cálida. Pasado este tiempo, cortar el pan en porciones de 55gr.
Da una forma ligeramente ovalada para doblarlo seguidamente formando la forma característica del pan bao. Deja fermentar de nuevo durante 1 hora.
Dejaremos que el pan se cocine al vapor durante 15 minutos y dejaremos reposar 5 minutos más.
A continuación, prepararemos el relleno. Lo primero que tendremos que hacer será eliminar el exceso de grasa de la carrillera.
Sazonamos y marcamos en la cazuela hasta que estén bien doradas por todos sus lados. Reservamos.
En ese mismo aceite, doramos los ajos laminados e incorporamos la cebolla cortada en dados.
Dejamos sofreír y añadimos la zanahoria picada. Agregamos las hierbas aromáticas, la pimienta y el tomate. Rehogamos unos segundos e introducimos las carrilleras.
Mojamos con los vinos, reducimos y cubrimos con el caldo de pollo o agua. Dejamos cocinar alrededor de dos horas a fuego lento (o hasta que la carne este muy tierna).
En ese momento, reservamos las carrileras y reservamos el jugo. Desgrasamos y reducimos a fuego medio hasta que tengamos una salsa densa y concentrada.
Añadimos la mantequilla bien fría y volvemos a introducir la carne desmenuzada.
Rellenamos el pan bao con las carrilleras y servimos.