En un pueblo de la India llamado Koppur, vivía un enigmático hombre que -según contaban los veteranos- llevaba dormido más de 30 años y que por las noches se paseaba sonámbulo. Los vecinos ya se habían acostumbrado a esta rareza, pero el dormilón siempre era tema de conversación, pues nadie sabía a ciencia cierta la razón de su somnolencia.
Los visitantes que pasaban por el pueblo se divertían contemplándolo y no fueron pocos los turistas extranjeros que llegaron a la localidad para sacarse una foto con aquel hombre.
A lo largo de los años, médicos y curanderos analizaron al durmiente sin poder encontrar una razón lógica de su afección.
Pero un buen día llegó al pueblo un reconocido Maestro espiritual y el alcalde de Koppur le pidió que fuera a la casa del dormilón para tratar de determinar las causas del largo sueño y si había posibilidades de curarlo.
El Maestro accedió a la petición y visitó el dormitorio del hombre dormido, acompañado por un enorme grupo de curiosos. Se sentó junto a su cama, lo miró con atención, cerró sus ojos y colocó su mano sobre su cabeza, tratando de concentrarse y abstrayéndose del bullicio ocasionado por los vecinos.
Finalmente el hombre sabio abrió sus ojos, miró al alcalde y sonriendo a la multitud, dijo:
-Queridos amigos, he podido comunicarme en forma metafísica con esta persona que duerme ininterrumpidamente desde hace más de 30 años, y finalmente he encontrado la causa de su extraño comportamiento. Este buen hombre está soñando que está despierto y, entonces, no tiene ninguna intención de despertarse.
* * *
Para despertar, es necesario aceptar que estamos dormidos.
FIN